Antonio Núñez: «un líder prudente no es inmóvil, sino calculadamente valiente»

Prudencia, autenticidad, humildad y la gestión inteligente del tiempo y del silencio, algunas de las cualidades más valoradas en los líderes actuales

Antonio Núñez, socio de Parangon Partners, ha publicado “El Valor de la prudencia”, una recopilación de artículos y reflexiones acerca del liderazgo actual que conecta con el pensamiento del autor barroco Baltasar Gracián.

¿Cómo surge la conexión con el pensamiento de Baltasar Gracián?

Respuesta: La conexión con Gracián no es fruto del azar, sino de una necesidad. En un entorno empresarial donde la urgencia marca el ritmo y la complejidad desafía cada decisión, encontré en El arte de la prudencia un mapa atemporal. Gracián nos habla al oído con una voz que atraviesa los siglos, ofreciéndonos claves de liderazgo que son sorprendentemente actuales. Su sabiduría no solo ilumina las decisiones estratégicas, sino que también nos recuerda que liderar es, ante todo, un ejercicio de humanidad consciente.

Siempre se ha dicho que un líder empresarial no puede pecar de inacción, que tiene que ser un poco audaz. Sin embargo, en este libro tú reivindicas la prudencia. ¿Son compatibles estas cualidades?

No solo son compatibles, son complementarias. La prudencia no es lo contrario del coraje; es lo que lo afina. Un líder audaz sin prudencia corre el riesgo de convertirse en temerario. Pero un líder prudente no es inmóvil, sino calculadamente valiente. Como decía Gracián, “la reflexión serena precede a la ejecución brillante”. La audacia bien templada por la prudencia es la que transforma a los líderes en estrategas de largo recorrido.

La prudencia no es lo contrario del coraje; es lo que lo afina

¿La prudencia tiene sitio en un mundo empresarial acelerado y dominado por la exigencia de resultados?

Precisamente por eso la necesitamos. La velocidad sin dirección conduce al agotamiento; la exigencia sin criterio lleva a decisiones miope. La prudencia actúa como un sistema de navegación interior: ayuda a discernir lo urgente de lo importante, lo inmediato de lo verdaderamente transformador. Gracián nos recuerda que, en tiempos de ruido, el que piensa con claridad gobierna el caos

En el libro han participado más de 20 CEOs. ¿De qué manera han enriquecido el resultado final?

Su aportación ha sido esencial. Han bajado la filosofía a tierra firme. Cada uno de ellos ha compartido experiencias desde la cima de la organización. La prudencia, entendida desde sus visiones, deja de ser una virtud abstracta para convertirse en una herramienta práctica de liderazgo. Gracias a ellos, el libro no solo respira teoría, sino también verdad vivida.

Temas como el silencio o el fracaso tienen un espacio destacado en el libro. ¿Qué papel juegan estos conceptos en la toma de decisiones de un líder actual?

Vivimos en un mundo donde hablar más parece decir más, pero no siempre es así. El silencio bien usado es una forma de liderazgo. Escuchar con atención, dar espacio al pensamiento, evitar la reacción automática: todo eso construye decisiones más sabias. Y el fracaso, lejos de ser un enemigo, es el mejor maestro si se lo sabe leer. Como escribió Gracián: “el que nunca cayó, poco sabe del equilibrio”.

El fracaso, lejos de ser un enemigo, es el mejor maestro si se lo sabe leer

¿Valores como la humildad o la autenticidad se pueden aprender?

R: Sin duda. La humildad no es una debilidad, es una fortaleza silenciosa. Y como toda fortaleza, se entrena. Se aprende cuando uno acepta que no lo sabe todo, que puede mejorar, que el mérito es compartido. La autenticidad, por su parte, nace del coraje de mostrarse sin máscara. Ambos valores son contagiosos: cuando un líder los encarna, transforman la cultura de toda la organización.

En otra parte del libro se habla de la importancia de elegir bien las batallas. ¿Qué quieres decir con eso?

Un buen líder no pelea todas las guerras. La energía es finita, y también lo es la atención. Saber decir no, evitar la dispersión, renunciar a la batalla innecesaria: eso también es liderazgo. Elegir bien dónde poner el foco y cuándo es el arte de priorizar con sabiduría. Como enseñaba Gracián, “no todo se ha de decir, ni todo se ha de hacer, ni todo se ha de responder”.

¿Manejar bien el tiempo es otra cualidad esencial en un líder?

Sí, pero no se trata solo de gestionar agendas. Se trata de discernir el kairos, el momento oportuno. El líder prudente sabe cuándo esperar y cuándo actuar. Sabe que hay decisiones que requieren maduración, y otras que exigen inmediatez. El tiempo no es enemigo, es aliado si se lo comprende. En definitiva, liderar bien es también saber gobernar el reloj con inteligencia emocional y perspectiva estratégica.