Coches autónomos: el trabajo irá sobre ruedas

La tecnología del vehículo autónomo puede cambiar no solo la industria del transporte, sino también las profesiones asociadas al sector

Coches autónomos: el trabajo irá sobre ruedas

Los coches  autónomos no pagan una cuota mensual, ni realizan la trimestral, ni se enfrentan a una constante montaña rusa de burocracia y la necesidad de hacer que los números cuadren, sino que son aquellos que son capaces de operar y circular sin intervención humana. A medida que nuevas tecnologías avanzan, como el IoT (internet de las cosas), el 5G y el desarrollo de GNSS, la irrupción del vehículo autónomo está marcando un antes y un después en la industria del transporte, transformando la manera en que pensamos sobre la movilidad y con grandes implicaciones en la economía, la sociedad y el medioambiente.

​En 2024, se registraron 101 306 accidentes de tráfico en España, de los cuales 1040 fueron siniestros mortales que resultaron en 1.154 fallecidos. Las estadísticas actuales sobre accidentes de tráfico son alarmantes, y la mayoría son causados por errores humanos, como distracciones, fatiga o decisiones equivocadas, lo que resalta la necesidad de mejorar la seguridad vial. Al eliminar la intervención humana, se espera que los vehículos autónomos puedan reducir significativamente el número de accidentes, contribuyendo a salvar miles de vidas cada año. Para ello, están equipados con sensores, cámaras y algoritmos avanzados que pueden reaccionar más rápido y con mayor precisión que los conductores humanos ante situaciones de peligro, lo que podría disminuir las colisiones y mejorar la fluidez del tráfico.

Sin embargo, la transición hacia este nuevo escenario no está exenta de dificultades. Uno de los principales desafíos es la infraestructura necesaria para que los vehículos autónomos funcionen de manera eficiente. Las carreteras, semáforos y señales actuales deberán adaptarse para ser compatibles con estos coches, lo que implica una inversión considerable en la modernización de las infraestructuras urbanas. Además, el software de los vehículos debe estar diseñado para interactuar con las diversas situaciones imprevistas que pueden surgir en la vía, como condiciones meteorológicas adversas, así como ser inmune a los ciberataques.

Al eliminar la intervención humana, se espera que los vehículos autónomos puedan reducir significativamente el número de accidentes

Los vehículos autónomos impactarán de lleno en la industria del transporte, transformando la logística y el transporte de mercancías, haciéndolos más rápidos, baratos y eficientes. Sin embargo, profesiones como la de camionero, taxista o transportista se verán afectadas, enfrentándose a la pérdida de empleo y obligándoles a reinventarse, por ejemplo, en áreas relacionadas con la programación, el mantenimiento y la supervisión de los vehículos autónomos. Además, las aseguradoras también se verán afectadas, ya que el modelo de negocio tradicional, en el que las primas se calculan en función del riesgo de accidentes y el comportamiento del conductor, cambiaría. Con los vehículos autónomos, el riesgo de accidentes disminuiría, lo que probablemente llevaría a una caída en dichas primas. No obstante, podrían encontrar nuevas formas de obtener ingresos a través de seguros relacionados con la ciberseguridad u otros enfocados en la responsabilidad en caso de fallos técnicos o incidentes derivados de la interacción entre vehículos autónomos y conductores humanos.

En ciudades congestionadas, el coche autónomo podría funcionar como un servicio de transporte compartido, similar a las plataformas de carsharing, pero de manera más eficiente y con menores costes de operación, facilitando el acceso al transporte. Esto reduciría el número de vehículos en propiedad, lo que, a su vez, disminuiría la cantidad de automóviles en las calles y aliviaría el tráfico. Desde el punto de vista medioambiental, las ciudades podrían volverse más sostenibles, con menos contaminación y más espacios verdes y recreativos, además de reducir la huella de carbono del sector del transporte, especialmente si se combinan con vehículos eléctricos. Al optimizar las rutas y reducir el número de accidentes, los vehículos autónomos pueden contribuir a una mayor eficiencia, lo que, a su vez, reducirá el consumo de combustibles fósiles y las emisiones de gases contaminantes. Sin embargo, el impacto ambiental de los vehículos autónomos dependerá en gran medida de cómo se integren con otras tecnologías limpias, como las energías renovables y la infraestructura de carga eléctrica.

Profesiones como la de camionero, taxista o transportista se verán afectadas, enfrentándose a la pérdida de empleo y obligándoles a reinventarse

Por otro lado, en cuanto a la regulación, es necesario abordar una serie de cuestiones legales y éticas antes de que los coches autónomos puedan ser utilizados de manera generalizada. Por ejemplo, ¿quién es el responsable en caso de un accidente? ¿Cómo se garantizará la equidad en el acceso a esta tecnología? La regulación de los vehículos autónomos será un tema complejo que requerirá una colaboración estrecha entre administraciones públicas, empresas tecnológicas y organizaciones civiles para garantizar que su despliegue sea seguro, justo y beneficioso para todos. A su vez, surgen serias preocupaciones sobre la privacidad y la seguridad de los datos que estos vehículos recopilan y procesan en grandes cantidades, tales como información sobre el entorno, las rutas, los pasajeros y sus hábitos de conducción. Esta información podría ser vulnerable a ciberataques, lo que generaría riesgos tanto para los usuarios como para las infraestructuras de transporte. Además, el uso de estos datos plantea inquietudes sobre la privacidad, ya que las empresas que gestionan los vehículos podrían conocer detalles íntimos sobre las personas, como sus desplazamientos, horarios y preferencias.

La irrupción de los vehículos autónomos configurará el futuro del transporte y la movilidad de una manera que, hace solo unos años, parecía inalcanzable. Aunque existen muchos retos por superar, desde la mejora de la tecnología hasta la adaptación de las infraestructuras y la legislación, el impacto de esta innovación podría ser determinante en nuestra vida cotidiana. En los próximos años, podríamos presenciar una transformación completa en la forma en que nos desplazamos, cómo vivimos en las ciudades y cómo interactuamos con el medioambiente. El coche autónomo es, sin lugar a dudas, una de las tecnologías más disruptivas de nuestra era, con el potencial de cambiar no solo la industria del transporte, sino también el tejido mismo de nuestras sociedades y las profesiones asociadas al sector.