El futuro del trabajo será humano… o no será

Joaquim Borrás, consejero asesor de Sisqual.

El futuro del trabajo será humano… o no será

El Día Internacional de los Trabajadores ya no es solo una fecha para reivindicar derechos laborales. En 2025, se ha convertido en un buen momento para reflexionar acerca del futuro del trabjo y preguntarnos cómo queremos trabajar, no solo cuánto. El foco ya no está únicamente en digitalizar procesos o automatizar tareas. Está en diseñar entornos laborales que cuiden a las personas, distribuyan mejor los tiempos y aporten equilibrio. Y ahí, la tecnología no es el fin. Es el medio para hacerlo posible.

El foco ya no está únicamente en digitalizar procesos o automatizar tareas, está en diseñar entornos laborales que cuiden a las personas, distribuyan mejor los tiempos y aporten equilibrio

En esta nueva realidad, el desafío no es implementar más herramientas, sino saber utilizarlas para construir organizaciones más humanas. El trabajo del futuro se juega en una frontera delicada entre eficiencia y bienestar, entre flexibilidad y responsabilidad. Las empresas que entiendan esto no solo cumplirán la ley o reducirán costes. Liderarán.

Menos horas, más vida (y más foco)

Uno de los grandes movimientos del momento es la reducción de la jornada laboral. La propuesta de pasar de 40 a 37,5 horas semanales marca algo más que un ajuste de calendario: es un giro cultural. España se suma así a una tendencia europea que ya han iniciado países como Bélgica o Alemania, y que busca reequilibrar la vida profesional y personal sin perder competitividad.

¿La clave? No hacer más con menos, sino organizar mejor lo que ya tenemos. Esto exige una planificación más ágil y flexible, donde los turnos, las cargas de trabajo y los tiempos muertos se gestionen con inteligencia. Las soluciones digitales orientadas a la gestión de horarios —capaces de redistribuir recursos en tiempo real, prever necesidades y asegurar el cumplimiento normativo— están llamadas a desempeñar un papel clave en este escenario.

El derecho a la desconexión digital se consolida como una prioridad organizativa

Pero reducir horas no significa desconectar del todo. A veces, el problema no está en cuánto se trabaja, sino en no saber cuándo dejar de hacerlo. La hiperconectividad ha desdibujado los límites entre trabajo y vida personal. Por eso, el derecho a la desconexión digital se consolida como una prioridad organizativa. Y no basta con regularlo por escrito: hay que aplicarlo desde la operativa. Automatizar la asignación de turnos, evitar notificaciones fuera de horario o facilitar la cobertura de ausencias sin improvisar no solo protege la salud mental. Mejora la cultura interna.

Flexibilidad real, bienestar tangible

Hablar de conciliación ya no es un beneficio. Es una condición. La flexibilidad, bien entendida, no es desorden ni informalidad. Es capacidad de adaptación mutua. Poder ajustar horarios, intercambiar turnos, pedir permisos o planificar vacaciones sin burocracia ni fricción es una ventaja real para empleados y empleadores.

Las organizaciones que permiten esa autonomía —con ayuda de tecnología accesible y bien diseñada— aumentan su capacidad para retener talento, reducir el absentismo y evitar el agotamiento silencioso. Cuando se da al equipo margen de decisión sobre su tiempo, la implicación mejora. Y cuando ese margen está ordenado, el negocio no se resiente.

Poder ajustar horarios, intercambiar turnos, pedir permisos o planificar vacaciones sin burocracia ni fricción es una ventaja real para empleados y empleadores

El bienestar emocional, por fin, deja de ocupar una nota a pie de página en las estrategias de recursos humanos. En un contexto donde las plantillas son cada vez más diversas, las exigencias más altas y el margen de error más estrecho, cuidar la salud mental no es una moda: es una inversión. Detectar fatiga, equilibrar cargas o fomentar dinámicas colaborativas son acciones que impactan directamente en la sostenibilidad de cualquier equipo.

En este contexto, las plataformas de gestión de fuerza laboral están evolucionando. Ya no son simples herramientas operativas. Se están convirtiendo en sistemas de apoyo a la toma de decisiones que integran eficiencia, cumplimiento normativo y bienestar. Desde SISQUAL® WFM, llevamos tiempo viendo cómo estas soluciones pueden marcar una diferencia real en la forma en que se planifica, se trabaja y se vive el trabajo. La pregunta no es si el trabajo del futuro será digital. Eso ya lo es. La pregunta es si será más humano, más justo, más sano. Porque solo entonces será también más productivo. La tecnología está preparada. Ahora toca diseñar entornos que lo estén también.