¿Eres muy bueno en tu trabajo? Tal vez sea el momento de empezar a pensar en dedicarte a otra cosa
La teoría de la segunda curva o segunda carrera gana enteros en un entorno laboral gobernado por los cambios y en el que la edad de jubilación tiende a retrasarse
Antes de ser empresaria de alquileres temporales, durante 17 años, desde los 27 a los 44, Ainhoa Palma trabajó en el sector de las ferias y los congresos. Primero directamente para las empresas oficiales de IFEMA y Fira de Barcelona, más tarde para un estudio de arquitectura especializado en ese mundo y en la última etapa con su propia empresa. “Me flipaba ese mundo. Llegaba el verano y me deprimía por no sentir y oler el serrín de un montaje”, recuerda. La llegada de la pandemia, sin embargo, supuso un punto de ruptura. “Los recintos feriales cerraron durante dos años y yo aproveché para reciclarme por completo”. Después de un master en Marketing, una especialización de una rama de interiorismo – home staging– y un año trabajando en una agencia inmobiliaria llegó el momento de comenzar una nueva etapa. “Conocí el mercado, vi una oportunidad y el 1 de Enero de 2023 abrí Toki Rooms”.
Como Ainhoa, cada vez hay más personas que, cuando se jubilen y les pregunten a qué se dedicaron durante su vida profesional no podrán responder de una forma escueta. Tendrán que acudir a largas frases subordinadas que expliquen que en su trayectoria pasaron por lo que los expertos denominan una segunda curva laboral. “Salvo en la función pública, el trabajo para toda la vida es algo ya del pasado. Los jóvenes trabajan por proyectos y no les gusta anclarse muchos años a uno solo. Y también las empresas cambian cada vez más y más rápido. Si a eso añadimos que es probable que tengamos que extender la vida profesional unos cuantos años, es casi seguro que trabajemos en más proyectos de lo que lo hacíamos antes”, señala Alfonso Jiménez, partner de Exac Avenue y autor de La segunda carrera (Almazara, 2024).
Salvo en la función pública, el trabajo para toda la vida es algo ya del pasado». Alfonso Jiménez, autor de La segunda carrera
¿Por qué esa necesidad de cambio? ¿Es que acaso las vocaciones tienen fecha de caducidad? ¿Por qué alguien que ha dedicado años y años de estudio y ha tenido que comenzar desde abajo para ir escalando peldaños poco a poco con mucho esfuerzo para poder trabajar en la profesión de sus sueños la iba a dejar justo en el momento en el que todos sus sacrificios empezaban a dar sus frutos? Para Isabel Iglesias, directora de Sirania, no es tanto una cuestión de capricho o inconsistencia, como de evolución. “Si hay algo que te habría gustado hacer cuando y que no pudiste por diversos motivos, a medida que vas cumpliendo años de carrera profesional, llega un momento en el que te planteas retomarlo. No es extraño, por ejemplo, que haya cada vez más gente de más de 40 años que deciden emprender tras pasar mucho tiempo en un entorno de empresa como trabajador por cuenta ajena”, explica.
En el caso de Ainhoa Palma, el cambio vino forzado por la crisis del sector, pero los económicos no fueron los únicos detonantes. “También sentía una necesidad vital. Los años pasan y las ferias pesan. Necesitaba un cambio, poner orden a mis horarios, dejar de viajar tanto y, por supuesto, lo de trabajar por las noches”.
La segunda curva
Uno de los primeros autores que habló de este fenómeno fue el norteamericano Charles Handy. Su teoría de La Segunda Curva, plasmada en un libro homónimo de 2015, es un manual sobre cómo mantenerse competitivo como profesional es un mundo en constante cambio. Viene a decir que todos los profesionales alcanzar un momento máximo en su carrera antes de que, inevitablemente, comiencen un lento declive. Pero eso no quiere decir que haya que resignarse a perder relevancia, porque siempre es posible bajarse en marcha de esa primera profesión en la que ya hemos alcanzado nuestro techo y agarrar la estribera de una nueva carrera en la que seguir subiendo. En otras palabras, hay que marcharse antes de que te obliguen a hacerlo.
Todos los profesionales alcanzar un momento máximo en su carrera antes de que, inevitablemente, comiencen un lento declive
El problema es que ese momento no es fácil de identificar. Es más, Handy dice que no hay que esperar a que la decadencia sea ya más que evidente; hay irse cuando todavía se está en la cima. Y eso, tercia Alfonso Jiménez, no es algo que todo el mundo esté dispuesto a hacer, especialmente si se es un directivo de éxito. “Hay que asumir que la carrera ejecutiva es finita, por eso hay que tener un plan B y planificarlo con cuidado, sin improvisar”. ¿Cuándo conviene empezar? “Esto es como los planes de jubilación: cuanto antes, pero yo diría que es razonable hacerlo al finalizar la década de los 40 y ya más en firme a los 50 años. No se puede dejar para el último día. Es necesario pensar qué queremos hacer, qué alternativas tenemos y cómo nos vamos preparando para ese momento”, aconseja este especialista.
Cambio radical… o no tanto
Cuando uno ha dedicado durante mucho tiempo a una actividad, cambiar de acera profesional produce vértigo. ¿Cuán drástico ha de ser ese salto? ¿Es posible pasar de una cosa a otra completamente distinta? “Yo he visto desde cambios radicales motivados por un desgaste continuado en una actividad concreta, hasta otros más suaves. También es frecuente que personas que llevan años cultivando un hobby acaben convirtiéndolo en su medio de vida”, comenta Isabel Iglesias. En cualquier caso, tercia Alfonso Jiménez, nunca se empieza completamente de cero. “Sería una pena hacer algo que no tuviera nada que ver con nuestro pasado. Siempre es más interesante apoyarse en los activos que nos ha aportado nuestra carrera profesional anterior. Se trata de aprovechar nuestros conocimientos, experiencias, marca personal y relaciones, pero en formatos distintos”.
Es frecuente que personas que llevan años cultivando un hobby acaben convirtiéndolo en su medio de vida”. Isabel Iglesias, directora de Sirania.
Isabel Iglesias recuerda que, aunque los conocimientos que haya que aplicar a la nueva actividad sean posiblemente muy distintos a los de la original, “hay muchas habilidades y conocimientos que sí son transversales”. Ainhoa Palma no tiene duda de que las habilidades que desarrollo durante su anterior etapa fueron la mejor escuela para la nueva. “En una feria si no sabes apagar fuegos estás vendida. Eso me ha dado un nivel resiliencia y una capacidad para resolver problemas que hace que para mí ahora un montaje de una casa sea un paseo”, ilustra.
Identificar el momento del cambio es, posiblemente, lo más difícil de todo. Para Isabel Iglesias la clave está en aprender a leer las señales. “Empiezas a sentir un malestar interno, pero mucha gente decide ignorar esos avisos que le está mandando su cuerpo porque tienen un trabajo estable, bien remunerado, una posición… Y lanzarse al vacío produce miedo”.
Un miedo que Ainhoa Palma invita a vencer. “No sé qué habría ocurrido con mi carrera de no haber dado el paso, pero lo que sí tengo claro es que lo que le habría ocurrido a mi salud: ¡nada bueno!”. Ahora, afirma, ha encontrado su propósito y está feliz. Lo tiene claro: “Hay que buscar lo eso que te remueve las entrañas por dentro y lanzarse a por ello”.