Neurociencia, IA y emociones: redefiniendo la humanidad en el trabajo

Gladys Kali, speaker experta en neurociencia, comunicación y liderazgo

Neurociencia, IA y emociones: Redefiniendo la humanidad en el trabajo.
Gladys Kali.

La llegada de la Inteligencia Artificial (IA) está sacudiendo el mundo laboral. Todo el mundo habla de cómo los robots podrían quitarnos el curro, pero ¿y si el verdadero problema es que nos estamos volviendo más fríos y desconectados como personas? En este artículo, vamos a darle una vuelta a este tema: ¿Cómo podemos usar la tecnología sin perder lo que nos hace humanos? Hablaremos de neurociencia, emociones y por qué nuestra capacidad de conectar sigue siendo nuestra mejor carta.

La paradoja de la tecnología

Somos seres sociales, eso está clarísimo. Nuestro cerebro está programado para el teamwork: gracias a las neuronas espejo, sentimos la alegría o el dolor de otros, y la oxitocina nos ayuda a formar lazos fuertes. Pero aquí viene el plot twist: la tecnología, que debería hacernos más fácil esto de conectar, muchas veces nos aísla más.

Un estudio de Harvard confirma que las empresas que le dan importancia a la inteligencia emocional son mucho más capaces de retener talento e innovar

Y claro, eso no debería ser ninguna sorpresa. Cuando el trabajo se reduce a números y KPI’s, la gente se siente como un robot más. Entonces, ¿Tiene sentido que nos preocupemos de que las máquinas nos reemplacen? Quizá deberíamos pensar en cómo no perder el lado humano en el proceso. ¿no crees?

Emociones: nuestro superpoder

Según el neurocientífico Antonio Damasio, las emociones son la base de nuestras decisiones. Vamos, que sin ellas no podríamos ni decidir qué pizza pedir. Esto aplica también al trabajo: si un empleado siente que lo valoran, su creatividad y motivación se disparan.

Por otro lado, la IA puede ser muy lista, pero no tiene ni idea de cómo hacernos sentir bien. Ningún algoritmo puede sustituir la sensación de que tu jefe te escucha de verdad o que tus compañeros te apoyan. Si dejamos que las máquinas dominen nuestras interacciones, terminaremos en un entorno laboral que parece más una peli de ciencia ficción que un espacio para crecer y conectar.

El verdadero reto: no perder nuestra chispa

El gran problema no es que la IA nos reemplace, sino que nosotros mismos estemos apagando nuestra chispa. Muchas oficinas son como islas: cada equipo en su rincón, reuniones que podrían ser emails y feedbacks que parecen automáticos. ¿Es culpa de la tecnología? No. Es culpa de cómo la usamos.

Para cambiar esto, necesitamos potenciar nuestras habilidades humanas:

  1. Empatía: Aprender a ponernos en los zapatos del otro, no solo escucharlo por cumplir.
  2. Creatividad: Salirnos del molde y pensar fuera de la caja.
  3. Colaboración: Dejar el ego en la puerta y trabajar en equipo.
  4. Adaptabilidad: Fluir con los cambios en lugar de resistirnos.

Y ahora te pregunto: ¿alguna de estas asignaturas se da en los colegios? ¡No! Pues aquí ya hemos identificado un gran problema.

Sin embargo, muchas empresas ya están incluyendo formaciones de este tipo en sus organizaciones. Estas, sin duda, serán las que marquen la diferencia.

Hacia una ética laboral más humana

La IA no es el enemigo, al contrario, puede ser nuestra mejor aliada. En lugar de usarla solo para medir la productividad, ¿qué tal si también nos ayuda a identificar qué hace felices a los equipos? Por ejemplo, imagina un software que detecte patrones para mejorar el bienestar laboral o herramientas que combinen IA y neurociencia para crear espacios de trabajo más inclusivos y creativos.

El futuro del trabajo no será sobre cuánto puede hacer una máquina, sino sobre cómo los humanos usamos la tecnología para ser mejores personas y profesionales.

El miedo a que la IA nos deje sin trabajo es real, pero lo que da más miedo es olvidarnos de lo que nos hace humanos. Todavía tenemos la oportunidad de crear un futuro donde la tecnología y las emociones trabajen juntas. Porque al final, el éxito no se mide solo en productividad, sino en cuán felices y conectados nos sentimos. Y eso, amigos y amigas, ningún robot nos lo puede quitar.

 

Este artículo ha sido escrito por Gladys Kali, speaker experta en neurociencia, comunicación y liderazgo.

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