Alfonso Jiménez: «Es una barbaridad tirar los activos de un directivo senior a la basura cuando hay tantos proyectos que podrían aprovechar su sabiduría»
Prever la salida de la empresa con antelación, tener plan B y no perder tiempo cuando llegue el momento, las claves para reengancharse al mercado laboral

En La Segunda Carrera. Todo lo que un directivo debe hacer tras finalizar su etapa ejecutiva (Almuzara, 2024), Alfonso Jiménez aborda una situación a la que se enfrentan muchos profesionales en un momento de su trayectoria profesional y que él también vivió tras liderar durante muchos años una gran consultora de Recursos Humanos. ¿Cómo reciclarse y reorientar su vida y su carrera cuando se deja de ser directivo una gran empresa?
¿Por qué este libro?
La Segunda Carrera es una obra que pretende ayudar a paliar el desafío que tenemos como sociedad para aprovechar el talento senior de los miles de directivos que están saliendo tempranamente de la actividad. En un momento en que tenemos que hacer crecer nuestras empresas y mejorar su competitividad, el talento senior puede ser un factor catalizador aplicando sus conocimientos, experiencias, marca personal y contactos a otros proyectos. Desde las startups hasta las empresas familiares, desde las empresas cotizadas a las empresas participadas por fondos, todos los proyectos se pueden beneficiar del talento senior que, además, si no se aplica de manera inmediata, se vuelve obsoleto en poco tiempo.
Desde su experiencia, ¿cuál es el principal error que cometen los directivos cuando se aproxima el final de su carrera ejecutiva?
No empezar a pensar en ese final desde mucho antes de que se produzca, para planificarlo con tiempo. El directivo tiene que saber que la función ejecutiva acabará algún día y que a partir de ese momento puede abrirse una nueva etapa en su vida, la segunda carrera, en la que aun tiene mucho que aportar. Pero para que eso suceda se debe preparar, tener claro qué puede aportar, a quién y de qué forma. Y trazarse un plan para lograrlo. Y no perder tiempo.
¿Algo más que convenga evitar?
R: Otro error muy frecuente es el de tomarse un “periodo sabático”, especialmente si éste es largo. Porque desde el día D+1 tras su salida de la empreesa los activos de ese profesional empiezan a deteriorarse. Ese día día D+1 es cuando es más valioso. Dos años más tarde habrá olvidado cosas, sus capacidades cognitivas no serán las mismas y, sobre todo, mucha gente se habrá olvidado de él o de ella. Además, la segunda carrera es un periodo corto, no podemos tomarnos dos años y luego empezar a pensat en lo que podríamos hacer porque será ya demasiado tarde. Hay que empezar cuanto antes.
Consejero, interim manager, docente, business angel, emprendedor… ¿Cómo saber la que más encaja con nuestro perfil?
R: Saber qué es lo más adecuado depende de tres factores. En primer lugar, de la situación patrimonial y las necesidades financieras futuras. Hay opciones de segunda carrera, por ejemplo, que implican cierto grado de inversión. Las necesidades de ingresos futuros es otro factor a considerar porque cada actividad tiene un modelo de ingresos diferente. No es como en la vida ejecutiva, que los modelos de retribución vienen marcados por los estándares del mercado. Las rentas derivadas de la actividad profesional en las posiciones de segunda carrera son muy variables en cuantías, formatos o periodicidad de cobro, y a cada profesional le encajará una u otra en función de sus necesidades.
La disponibilidad de tiempo que haya para esa segunda carrera es otro factor determinante. Están aquellos que “quieren hacer algo” por no descolgarse, hasta los “que no quieren estar en casa”. Es una etapa vital en la que se pueden combinar actividades profesionales con otras no retribuidas, como voluntariado, estudio, deporte o hobbies.
La segunda carrera es tiempo para disfrutar con lo que se hace. Hay que sentir que se aporta y que estás haciendo algo valioso. Si no, no merece la pena
Y, finalmente, está la variable del riesgo legal que se quiera asumir. Esto está especialmente relacionado con la participación en órganos de gobierno en sociedades mercantiles o en otro tipo de entidades (patronatos de fundaciones, juntas directivas de asociaciones, etc.). Es también muy personal. Es curioso, pero hay directivos que cuando lo han sido no han querido ser consejeros de su empresa y después, en su segunda carrera, quieren ser consejeros. Eso no tiene lógica.
A esos tres puntos añadiría uno más, también muy importante: que te guste el proyecto. Es tiempo para disfrutar con lo que se hace. Hay que sentir que se aporta y que estás haciendo algo valioso. Si no, no merece la pena.
¿Cómo recomiendas afrontar emocionalmente ese «día después» del cierre de una etapa ejecutiva/profesional? ¿Qué es lo más difícil?
Si estas preparado y sabes lo que va a pasar y lo que quieres hacer no hay problema. El problema surge cuando no hay un plan. Además,hay cosas que siempre pasan y que son duras. La primera es descubrir que muchas de las relaciones que el directivo tiene son relaciones “de conveniencia”, que no son relaciones con la persona, sino con el puesto, o mejor aún, con su presupuesto. Es duro ver que aquellos que antes te llamaban frecuentemente para quedar a tomar un café, ahora te esquivan. Eso siempre pasa, un porcentaje muy alto de relaciones se pierden el día que el directivo deja de serlo.
Tenemos que aplicar los conceptos de economía circular también al mundo del talento. Es una barbaridad tirar los activos de un directivo a la basura cuando hay tantos proyectos que podrían aprovechar su sabiduría
Y luego está el descubrimiento de lo que aporta la función ejecutiva a la persona. La función ejecutiva desarrolla los activos del directivo, sus conocimientos, sus experiencias, su marca y sus relaciones. Y todo ello sin hacer un esfuerzo especial. El día D+1 esos activos se congelan y se tiene que hacer un gran esfuerzo de mantenimiento.
¿Qué habilidades o competencias ayudan a los profesionales a afrontar esa segunda carrera?
Capacidad de adaptación, resiliencia y flexibilidad. De repente, se pierden los galones y es como que te quedas desnudo con tus activos. Y tienes que ponerlos en valor en otros proyectos y otros formatos. Hay directivos que no saben dejar de serlo, que quieren seguir “haciendo las cosas”, cuando ahora toman un rol diferente más de naturaleza ´consultiva´. Se pierden los poderes y ahora tu valor está en la experiencia y en un cierto grado de humildad para ´convencer´.
¿Qué le aconsejaría a un directivo que todavía no tiene claro lo que quiere hacer después de concluir su etapa ejecutiva?
Pues que se ponga manos a la obra. La Segunda Carrera, surge para ayudar al directivo en su reflexión y convencimiento de meter esa etapa en la vida, que será buena para su salud y para sus finanzas; para convencer a las empresas de que tienen una extraordinaria vía de acceso al talento a través de estos profesionales con experiencia, y también para convencer a la sociedad de que tenemos que aplicar los conceptos de economía circular también al mundo del talento. Es una barbaridad tirar los activos de un directivo a la basura cuando hay tantos proyectos que podrían aprovechar su sabiduría.