El triunfo del talento: cómo adaptarnos al futuro del trabajo

El impacto de la tecnología en los empleos ha traído consigo tanto esperanzas de prosperidad como temores sobre la desaparición de puestos de trabajo

El triunfo del talento: cómo adaptarnos al futuro del trabajo.

La tecnología ha sido uno de los mayores motores de cambio de nuestra era. Desde que comenzamos a usar máquinas para transformar nuestro entorno en la Revolución Industrial hasta la era digital en la que vivimos hoy, el avance tecnológico ha alterado sustancialmente la forma en que trabajamos, producimos y nos relacionamos. Sin embargo, este progreso no ha sido un camino exento de obstáculos, sobre todo cuando hablamos del mundo laboral. El impacto de la tecnología en los empleos ha traído consigo tanto esperanzas de prosperidad como temores sobre la desaparición de puestos de trabajo.

Y es que, aunque la tecnología puede eliminar algunas ocupaciones, también tiene el poder de crear otras nuevas, mucho más cualificadas, y mejorar las condiciones de trabajo. Para que sus beneficios no afecten negativamente a la sociedad, es fundamental contar con políticas adecuadas, programas de formación continua y una reestructuración de nuestro sistema educativo que permita a los trabajadores adaptarse a estos cambios.

Aunque la tecnología puede eliminar algunas ocupaciones, también tiene el poder de crear otras nuevas, mucho más cualificadas, y mejorar las condiciones de trabajo

Uno de los mayores temores que genera la tecnología es la automatización, es decir, la sustitución de trabajos humanos por máquinas, robots o inteligencia artificial. Aunque esto ya ha sucedido en diferentes industrias y a lo largo de los tiempos, hoy en día, incluso las profesiones más humanas y que, a priori, parecen insustituibles, como la atención al cliente o la medicina, están siendo impactadas por la tecnología. Según el Foro Económico Mundial, se estima que para este año 2025, las nuevas tecnologías podrían eliminar más de 85 millones de puestos de trabajo en todo el mundo. Este fenómeno afectará principalmente a sectores vulnerables, como el transporte, la logística, la industria textil y el servicio al cliente. Aquellas personas que ven amenazados sus trabajos por estos avances tecnológicos enfrentan un panorama incierto, especialmente aquellas que requieran de habilidades concretas para adaptarse a las nuevas exigencias del mercado laboral.

Aunque los riesgos son reales, la tecnología también ofrece grandes oportunidades. Nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, la robótica avanzada, la computación en la nube —cloud computing— y el análisis de datos están generando una demanda creciente de empleo en sectores como la programación, la ciberseguridad, la biotecnología y las energías renovables. Además, la digitalización ha permitido la creación de nuevos modelos de negocio, lo que ha dado paso a trabajos más flexibles y autónomos, como los que vemos en el comercio electrónico, la economía colaborativa o los servicios digitales. De hecho, la transformación digital podría ser una oportunidad para mejorar la calidad de muchos trabajos y crear nuevos sectores que antes ni siquiera podíamos imaginar ni vislumbrar.

Se estima que para este año 2025, las nuevas tecnologías podrían eliminar más de 85 millones de puestos de trabajo en todo el mundo

Por ello, aunque el impacto de la tecnología sobre el empleo es evidente, hay varias estrategias que gobiernos, empresas y ciudadanos podemos poner en práctica para asegurar que los efectos negativos se minimicen, y para que la transición hacia el futuro tecnológico sea justa para todos. Una de las claves para afrontar el impacto de la tecnología en el empleo es, sin duda, la educación. Es necesario que los sistemas educativos se adapten a las nuevas necesidades del mercado laboral, enseñando habilidades que no puedan ser fácilmente automatizadas, como el talento, la creatividad, el pensamiento crítico y la resolución de problemas complejos. A la par, la formación continua se vuelve esencial. Los programas de reciclaje profesional, como el «upskilling» —mejorar las competencias actuales— y el «reskilling» —aprender nuevas habilidades—, son fundamentales para que los trabajadores puedan adaptarse a los nuevos roles que surgen con el avance tecnológico.

En este caso, el papel de los organismos públicos es fundamental para garantizar que nadie quede atrás en esta transición tecnológica. Las políticas públicas deben centrarse en reducir la brecha digital, así como promover la inclusión laboral, apoyando sectores como el empleo verde, ofreciendo incentivos fiscales a las empresas que apuesten por la formación de sus empleados y creando redes de apoyo para quienes se vean desplazados por la tecnología. Así, es crucial que los gobiernos trabajen codo con codo con las empresas para crear entornos laborales que valoren la formación continua y la adaptación a las nuevas tecnologías, ayudando a los trabajadores a mantenerse al día con los cambios. Además, las leyes laborales deben estar preparadas para responder a nuevas formas de trabajo, como aquellos basados en plataformas digitales, donde los derechos de los trabajadores no siempre están bien definidos.

Las políticas públicas deben centrarse en reducir la brecha digital, así como promover la inclusión laboral

A medida que la tecnología remodela las industrias, también abre nuevas puertas para el emprendimiento. Fomentar la creación de empresas y la innovación puede ser una estrategia clave para que los trabajadores creen sus propios puestos de trabajo —agentes libres o freelancers— en lugar de depender únicamente de sectores tradicionales. El apoyo a las pequeñas y medianas empresas (Pymes), la financiación de startups tecnológicas y la capacitación empresarial son pasos importantes para aprovechar el potencial de la innovación.

Dado que las profesiones están cambiando rápidamente, es vital que el mercado laboral se vuelva más flexible. Promover trabajos con horarios adaptables, opciones de teletrabajo y contratos más flexibles puede ser una forma de garantizar que los trabajadores no se queden atrapados en empleos que ya no existen o que están en peligro de extinción.

Así, podemos concluir que el impacto de la tecnología en el empleo es un tema complejo, que trae consigo tanto desafíos como oportunidades y que debe ser tratado por los diferentes actores de la sociedad. Aunque la automatización y la digitalización pueden eliminar ciertos puestos de trabajo, también pueden generar nuevos roles y mejorar la calidad de las condiciones laborales para adaptarnos a un mercado laboral en constante cambio. Si gestionamos bien la transición tecnológica, los avances en la tecnología pueden ser una fuerza positiva que transforme el trabajo de manera que, en lugar de eliminar empleos, los haga más valiosos, dinámicos y accesibles para todos.